La momia juanita y los sacrificios humanos en los Andes
Fue completamente por casualidad, durante una expedición al Monte Ampato en 1992, que el equipo del andinista peruano Miguel Zárate descubrió fragmentos de objetos de madera, despertando su curiosidad. Regresó en 1995; por casualidad, unos meses antes de su segunda llegada, un volcán cercano había entrado en erupción, y el depósito de ceniza incandescente había derretido gran parte del hielo que cubría el camino del ascenso. Gracias a esto, objetos enteros, estatuas y ofrendas, fueron dejados al aire libre, y haciendo rodar algunas piedras grandes, pudieron descubrir la momia de una joven.
El estado de conservación del cuerpo de la joven inca es excelente, debido a las muy bajas temperaturas (casi 6000m de altitud): la ropa con la que estaba vestida, su edad (entre 12 y 14 años), la ubicación de su tumba, así como el agujero en el arco de su ceja derecha, muestran muy claramente que fue sacrificada. Probablemente fue un miembro de la muy alta nobleza Inca, y es una de las pocas (alrededor de 20 en esta montaña) que ha sido descubierta en estas condiciones. Esto tiende a mostrar que los Incas se dedicaban a los sacrificios humanos de manera puntual, dando como ofrendas a los miembros de la muy alta sociedad Inca y no a los esclavos (como entre los Mayas por ejemplo) a los espíritus de las montañas, volcanes, etc. Estos tenían que ser calmados y así evitar desastres naturales como erupciones, avalanchas, etc.
También hemos podido obtener mucha información sobre las condiciones de vida y las costumbres de los Incas, porque los fluidos corporales, el cabello, las uñas, las bacterias, los virus, los alimentos en el estómago también estaban casi intactos; este cuerpo y todo lo que lo rodea dio un salto en el tiempo de 500 años: este es un caso verdaderamente extraordinario para la arqueología y para la Historia.